"hasta nuestro ultimo empeño es solo un sueño dentro de otro sueño", Edgar Allan Poe
Y cuando el espíritu despierta, ¡ay del gentil!, el cuerpo se transforma en una infranqueable cárcel, los poderosos sentidos nos encadenan. Maquiavélicos grilletes de seda nos cubren cual ropaje de rey, ocultan la feroz mordida que mantiene una profusa herida sangrante, ¿quién se despojaría de tan maravillosa vestidura para quedar desnudo y revelar sus laceraciones?.
¡Ay, este lamento mío!, incomprensible para las bestias. Heme aquí escribiendo en esta triste cueva, mientras me alumbra una débil fogata que suelen llamar Sol.
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