sábado, 15 de noviembre de 2014

Ojos de niña

Esto es una cuncuna:


Fue ayer la primera vez que la vi, estaba en el jardín infantil y mientras los demás jugaban, yo me fui a ver las plantas. Era primavera, porque recuerdo las flores y entre ellas vi a aquel monstruo. Me pareció enorme y sus puntas me daban miedo. Sin embargo, no podía parar de mirarla y me fascinaba su movimiento. No sabía lo que era y sus colores me daban la impresión de ser venenosa. Me quedé callada, no llamé a nadie y la miraba con atención, hasta que terminó el recreo y nos llamaron para entrar a clases. Me quedé sola en el patio, hasta que me llamaron a grito y le dije a la criatura en susurro: ¡quédate ahí, no te muevas, después vuelvo!. Y me hizo caso, ahora 30 años después lo he recordado, porque he conectado con aquella misma sensación de alucinación al verla.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Sobre la inmaterialidad de las cosas

Hoy mi maestra de arpa me suspendió la clase, así que me he dado un momento para profundizar en un tema que estaba tratando de hilar hace unos días.

Nuestro laureado poeta Nicanor Parra, de profesión físico-matemático, se hizo famoso por sus “antipoemas”, idea que concibió del concepto antimateria de la física de partículas. Hoy quiero parodiar a Madonna su célebre canción “material girl” y por un momento quiero ser “la chica inmaterial”.

 Quien escribe, es de profesión Ingeniero Civil, así que se han de imaginar lo cuadrado que puede ser mi cerebro, pero luego de diseñar puentes y urbanizaciones varias, me dio por mirar el mundo físico más allá, es decir, llegar a ese mundo aristotélico de la “metafísica”. Para llegar ahí se deben derrumbar algunos muros, mi forma de derrumbarlos fue con la poesía, la busqué y la escribí, pero no es más que un ejercicio de martillo y cincel...

Cuando uno está en ese estado de correcta atención sobre las cosas, se da cuenta que en realidad “¡no existen!”. Al interactuar con las cosas, uno las percibe mediante los sentidos y puede describirlas con lujo de detalles, pero al profundizar en aquella “percepción” y en el momento que uno “toca” las cosas, éstas desaparecen en ese mismo instante, pues todo lo que nos une con ellas es la “sensación”, la que es totalmente inmaterial, pues la sensación es un proceso mental, invisible, que carece de toda materialidad.

Da igual si es duro o suave, es sólo la sensación de dureza o suavidad. Inclusive no es necesario “tocar”, los ojos poseen células receptoras de luz, los conos y bastones, que son análogas a unas manos, manos que tocan la luz y perciben esa “rugosidad” de los colores. Lo mismo ocurre con los demás sentidos, que perciben el abanico de “vibraciones” que les es permitida decodificar para vestirlas adecuadamente y ser percibidas así en nuestra mente.

No pasa nada, en realidad somos invisibles, y el poder de la mente está adentro de cada uno, mientras más elevemos nuestras sensaciones será posible modificar nuestro entorno a voluntad.

Bueno, una forma de quitarme lo cuadrado será cerrando en redondo este post, con palabras de una gran poeta de estas tierras, Gabriela Mistral, quien percibió este mundo como un todo de vibraciones ejecutadas por un músico: “Y nunca calla el arpa y nunca se cansa el Tañedor ni los cielos que escuchan”.

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martes, 11 de noviembre de 2014

Rapsodia en azul

Las olas del mar
insisten en golpear contra mi ventana,
no es tristeza,
es el invisible viento
encargado de roer esta vetusta roca
orillada sobre el acantilado,
si dejara de soplar
sabría que aquel castillo
con sólo mirarlo se desmorona.
Aquí no hay tiempo,
nadie sabe de eones ni de segundos,
pues la vida no distingue los sueños de la realidad
y las torres se erigen
sólo por el capricho
de hacerlas derrumbar.


lunes, 10 de noviembre de 2014

Percepción

En un instante del infierno al cielo, o viceversa, es el viaje relámpago de quien percibe la dualidad amalgamada en las cosas, un vértigo dantesco experimentado en una fracción de segundo…ay, si tan sólo se quedaran quietas las olas del tormentoso mar.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El Rey Midas

¿Dónde está la belleza de las rosas?,
en el aire suspendida de una nota
y la vida inasible la viste
con un glissando invisible
de resplandeciente oropel,
de hiel, de néctar,
del sabor de todas las cosas...
y la mano se vuelve a espinar,
una y otra vez,
de dolor, de placer,
del amor por todo lo que toca.