(Epígrafe: "Mi silencio canta, mi vacío está lleno", Nisargadatta Maharaj)

Llevaba un buen rato con una lesión en el dedo anular de la mano derecha que me impedía practicar con seguridad en el arpa, el dolor hacía todo lento y tortuoso, dejé de tocar por un mes. Cuando retomé el arpa, estaba tan pendiente de que no me doliera el dedo, que fue peor, porque estaba poniendo toda mi atención ahí y la tensión justamente se concentraba en la falange donde había tenido la lesión.
No entendía, sé que cuando duele es porque se está
trabajando, pero en este caso el dolor era por una incorrecta postura de la
mano que no atinaba a corregir. Estaba en una etapa del aprendizaje donde se
estaba poniendo todo cuesta arriba, y debía arreglar eso.
Me dieron una partitura de la época del barroco de un tal
Kirchhoff, inmediatamente asocié el apellido con los circuitos eléctricos, las
leyes de Kirchhoff, (tuve clases sobre esa materia en algún momento en la
Universidad).
Me senté a reflexionar seriamente en cómo debía corregirme y
EUREKA, me iluminé y fue una mezcla de arte, ciencia y filosofía:
Primero que nada, agarré el serrucho y le corté las patas a esa banqueta, pues estaba 6 cm más alta. Corregida la ergonomía, mi columna estaba recta, mis piernas estaban en 90 grados, mis hombros más relajados, mis manos más cómodas y libres al acercarse a las cuerdas. Es posible que con ese serrucho haya hasta cambiado la secuencia genética de mi ADN, porque la verdad me sentí otra.
Una vez correctamente sentada, recordé aquello del taoísmo
“el maestro logra sin hacer” y asocié lo de los circuitos eléctricos con la “Tensión”.
Entonces, pensé en que justamente la tensión, y por tanto la atención, debía
llevarla a otro punto, y misteriosamente aquel silencio me llevó a aquel
minúsculo dedito que no hace nada, que sólo está ahí, silencioso, el MEÑIQUE.
Me centré en él mientras tocaba y wow, mientras estaba pendiente de él los
demás dedos tocaban como nunca, el sonido era más claro y fuerte. El meñique se
transformó así en un preciado “cable a tierra”.
Y, el Cubo y la Esfera qué pintan aquí???
Bueno, cuando un cantero con su cincel y martillo quiere
construir un Cubo, los golpes que realiza sobre la piedra son directos, para
darle la rectitud a las caras. En mi caso, el cubo son todos aquellos
pensamientos que deben ser correctos y precisos: saber exactamente qué dedo va
en cual cuerda, en qué momento poner el pedal, cuando apagar un sonido, etc. ,
aprenderse una pieza en arpa es un trabajo de hormiguita...(es meterse en una camisa de
fuerza).
Cuando el cantero quiere construir una Esfera, los golpes
del cincel son TANGENCIALES, si golpea directo destruye la obra. En mi caso, la
“esfera es en sí la parte invisible” de la obra. Quiero decir que: “lo visible es
la música resultante”, los pensamientos que originan al cubo, lo que se oye,
desde la fuente hacia afuera. Lo invisible es todo lo que debe ir detrás de ese
proceso mental, el silencio mismo, el lienzo blanco antes de la pintura, una
fuente de paz. En el preciso momento que toco la cuerda, antes de que salga el sonido, debe haber silencio, no se puede entrar a ese mundo de forma directa, es imposible, sólo de forma tangencial.
Quiero decir que, el acto de tocar la cuerda es un golpe de cincel que genera dos formas al mismo tiempo, una externa y una interna: El cubo, el
sonido, la materia es externa, y el silencio, la quietud de la mente es la
esfera, lo interno. Es imposible construir algo cuando la mente no está quieta.
Si a oídos de un experto en música, lo que escucha es
perfecto, es decir, es un cubo perfecto, la contraparte invisible, la esfera,
es perfecta de igual manera.