miércoles, 8 de abril de 2015

Momias en el bardo

Aparecer y desaparecer, es un verdadero acto de magia, me refiero a nacer y morir. Es difícil reflexionar sobre aquello, a menos nos acontezca muy de cerca, ya sea por el nacimiento de un hijo o la muerte de un ser muy querido.

Pero a veces no es necesario experimentar aquellas singularidades, puesto que si se trabaja la sensibilidad (por ejemplo: aprender a amar el oficio que uno hace, alcanzando arte en aquello),  como observadores podemos ponernos en la situación de primera persona ante un nacimiento o la muerte. He ahí la importancia del rito para los observadores sensibles.

Hoy en día quedan pocos ritos y la mirada es superficial o tergiversada, un denso velo de materialismo nos hace oscuro el cuarto…

La momificación no es exclusiva de Egipto: he aquí dos fotos de momias de la región de los Andes. 
 

Podemos ver el paralelismo en los ritos: el proceso de “vendar” aquí se muestra con las manos abiertas cubriendo los ojos y el amarrado las manos, como también luego el cuerpo, a tal grado que en aquella posición a cualquiera de nosotros nos resultaría una completa inmovilidad (la misma inmovilidad que si fuéramos vendados como las momias egipcias). Luego se adorna con una serie de telas y ropajes, para finalmente hacer la representación humana con una “cabeza falsa”. También se les dejaban ofrendas de alimento y herramientas, para el “viaje”…

Y si el “viaje” está ocurriendo justo ahora???...cómo sabemos si esto no es el bardo???...lo cierto es que: es imposible distinguir!!!

En la observación del rito hay un proceso de identificación con lo observado, una integración que bien conocen quienes ponen todo su esfuerzo en el proceso de creación.

Pudimos haber nacido en cualquier otro planeta, pudimos haber tenido cualquier forma y sin embargo, estamos aquí tal como una “momia”.

Sí, una momia, amarrada a las restricciones (pseudo-libertades) que el cuerpo y la mente nos otorgan. Lo cierto es que si hubiésemos nacido con alas en la espalda nos hubiese tomado el mismo tiempo que nos ha tomado aprender a caminar. Así cualquier forma, todo está predeterminado, somos una cajita negra. Pero, dentro de la cajita negra hay una esfera blanca que choca contra las paredes y percibe la caja. Entonces, somos aquella bolita blanca???

Pues parece que sí y no al mismo tiempo, así como las manos del alfarero no se separan de su creación, así nosotros con nuestro cuerpo…


Pero sin duda el "acto de darnos cuenta" es un silencioso-GRITO que clama Libertad. Algo nos pide que nos acerquemos a aquel esquivo centro, la singularidad quieta que origina todas las infinitas formas imaginables. Es que debemos morir para llegar ahí, o debemos esforzarnos en vida, ahora, en este instante, para llegar al centro???

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