Aparecer y desaparecer, es un verdadero acto de magia, me
refiero a nacer y morir. Es difícil reflexionar sobre aquello, a menos nos
acontezca muy de cerca, ya sea por el nacimiento de un hijo o la muerte de un
ser muy querido.
Pero a veces no es necesario experimentar aquellas
singularidades, puesto que si se trabaja la sensibilidad (por ejemplo: aprender
a amar el oficio que uno hace, alcanzando arte en aquello), como observadores podemos ponernos en la
situación de primera persona ante un nacimiento o la muerte. He ahí la
importancia del rito para los observadores sensibles.
Hoy en día quedan pocos ritos y la mirada es superficial o
tergiversada, un denso velo de materialismo nos hace oscuro el cuarto…
La momificación no es exclusiva de Egipto: he aquí dos fotos
de momias de la región de los Andes.

Podemos ver el paralelismo en los ritos:
el proceso de “vendar” aquí se muestra con las manos abiertas cubriendo los
ojos y el amarrado las manos, como también luego el cuerpo, a tal grado que en
aquella posición a cualquiera de nosotros nos resultaría una completa
inmovilidad (la misma inmovilidad que si fuéramos vendados como las momias
egipcias). Luego se adorna con una serie de telas y ropajes, para finalmente
hacer la representación humana con una “cabeza falsa”. También se les dejaban
ofrendas de alimento y herramientas, para el “viaje”…
Y si el “viaje” está ocurriendo justo ahora???...cómo sabemos
si esto no es el bardo???...lo cierto es que: es imposible distinguir!!!
En la observación del rito hay un proceso de identificación
con lo observado, una integración que bien conocen quienes ponen todo su
esfuerzo en el proceso de creación.
Pudimos haber nacido en cualquier otro planeta, pudimos
haber tenido cualquier forma y sin embargo, estamos aquí tal como una “momia”.
Sí, una momia, amarrada a las restricciones (pseudo-libertades)
que el cuerpo y la mente nos otorgan. Lo cierto es que si hubiésemos nacido con
alas en la espalda nos hubiese tomado el mismo tiempo que nos ha tomado
aprender a caminar. Así cualquier forma, todo está predeterminado, somos una
cajita negra. Pero, dentro de la cajita negra hay una esfera blanca que choca
contra las paredes y percibe la caja. Entonces, somos aquella bolita blanca???
Pues parece que sí y no al mismo tiempo, así como las manos
del alfarero no se separan de su creación, así nosotros con nuestro cuerpo…
Pero sin duda el "acto de darnos cuenta" es un
silencioso-GRITO que clama Libertad. Algo nos pide que nos acerquemos a aquel
esquivo centro, la singularidad quieta que origina todas las infinitas formas imaginables.
Es que debemos morir para llegar ahí, o debemos esforzarnos en vida, ahora, en
este instante, para llegar al centro???
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