viernes, 31 de agosto de 2012

Rosa era la cinta

Al vestido azabache ha ceñido
un nudo de pálido rosado,
y rojas botas le han protegido
sus pies del frío azulado.

Su fina cabellera ha crecido
al aire con sutil despreocupación,
atentos sus oídos han seguido
la música del próximo salón.

Aún a leer tus ojos no aprenden
y de tus labios certezas escapan,
tu mirada ingenua se enciende
con la idea tierna que atrapa.

¡Oh pequeña!, con tus palabras diste
a mi corazón un dulce palo
y en este poema te convertiste
al pronunciar: “soy un regalo”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario