domingo, 16 de diciembre de 2012

El arpa se escucha al ocaso

Un mar invisible al silencio ahoga,
penetra la materia, al corazón aprisiona,
contiene al suspiro, al parpadear controla,
un aletear de sonidos del cielo se asoma.

Soñaban las manos ser golondrinas
y que de las cuerdas nacía su canto,
es la materia anhelando sublimarse,
sacudirse el polvo, dejar su oscuro manto.

El alma pletórica persigue el vuelo airoso,
se encumbra con halo celestial distraído,
mas inerme, aún el frágil cuerpo respira,
se enraíza, sentencia su estado afligido.

¡Oh, cuan deleznable esta materia!,
un sangrar de entrañas es  todo lo vivido.
El amor jamás fue el contacto con la cuerda,
intangible, puro, el desapego es quien da el sonido.

por JM

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