La flor reía a carcajadas de colores
al borde del abismante precipicio,
pues sabía que un viento propicio
desprendería de la tierra sus dolores.
Fue tal la fascinación de la caída,
que el color se transformó en canto
y por los aires sacude su manto
pregonando en trino su alegría.
Pero añora aquel pasado vistoso
y en el nido cubre de barro su plumaje,
pide que la primavera le vista con traje
de oropel resplandeciente, lustroso.
Despertó tendido en un lecho solitario,
su cuerpo era pesado y ataviado en piel,
así supo que los colores se pintan con pincel,
y hoy se emociona al oír el canto de un canario.
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| por JM |
Palabras profundas susurradas al oído,
caída sin amarras tras el eco de la voz,
una tormenta de arena confunde los cuerpos,
amanece una silueta, solían ser dos.
Todo cuanto supo la carne en vida
fue seguir el ritmo del tambor mayor,
oxidarse en las manecillas del tiempo,
dejar gotas de sal secarse al Sol.
Quien se identifique con el polvo que viste,
desdicha hallará en la oscuridad de sus compases,
¡los elementos siguen sus ciclos pre-escritos!,
el espíritu es ajeno al baile de los disfrases.
¿Es consciente la flor de su belleza?,
tristemente inmóvil y carente de sentidos,
así es el alma humana anclada a la Tierra,
alguien desde arriba observa su colorido.
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| por JM |