jueves, 2 de enero de 2014

Filosofía del círculo

Pienso en el círculo, tan perfecto, de una simplicidad que da dolor de cabeza cuando se analiza. No importa donde surja, siempre, siempre cierra. La culpa la tiene el origen, el centro que hace su aparición cual llama divina, se manifiesta y gira. Pero, ¿qué o quién le hace girar?...




















Si no girara no sería círculo, sería el todo y la nada al mismo tiempo, sería tan pequeño e infinitamente grande simultáneamente, sería oscuridad y luz indistinguibles entre sí, sería el movimiento en estado de sublime quietud, todo lo limitado ilimitado sin tiempo ni espacio.

Sin duda hay un espíritu que le hace girar, pero qué es el giro sino una simple ilusión, ¿cuán alejado está el perímetro del centro si no hay nada que lo separe?, ¿cómo sabes la distancia que te separa del centro, si a lo lejos sólo ves un punto y cuando está tan cerca tú eres el punto?.

Ahí está la vida y la muerte, la creación y destrucción, la acción y reacción abofeteándose a perpetuidad. El principio y el fin mirándose frente a frente, atormentándose una misma imagen frente al espejo separada sólo por el giro.

Todos los círculos del cielo han bajado triangulados en cuadrados a la tierra y henos aquí (al igual que todas las cosas), encerrados en un hermético cuarto oscuro girando sin poder salir.


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