Desprendida de mi cuerpo, mi alma desnuda,
en la fragua de los amantes se grabó tu recuerdo;
mis dedos se deslizaban por los surcos de tu rostro
y la textura de tu piel se revelaba en la caricia.
¡Hay tanta memoria de tí en mis manos!.
La moneda blanquinegra bailaba frente a mis sentidos,
las células de mi cuerpo torturándose, esclavizadas,
el inminente colapso en el delirio por lo sublime.
El amor que me elevó hacia lo eterno,
desplumó el vuelo de la intrépida golondrina,
incinerando su espíritu en el umbral del Paraíso,
dejando en tierra sonidos incomprendidos, sollozados.
Palabras donde se desmaya una flor,
ecos reverberados en el prisma del alma,
hay tanta memoria de tí en mis manos,
es todo cuanto atesoro en mi intento por llegar al cielo.
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