Los vedas
(coloquialmente conocidos como los “harekrishnas”) llaman “madres” a
todas las mujeres: casadas, solteras, jóvenes o niñas.
Curioso es que el “día de la madre” en Occidente, coincida con la celebración en los
países orientales del nacimiento de Buda: la luna llena de Mayo. He
aquí que el acto de “dar a luz” coincida con el de “iluminación”,
nuestro vocabulario en lo físico y lo metafísico se entrecruza
(conocimiento sabido desde la creación misma de las palabras que nos han
sido legadas, para que cada uno según su capacidad de entendimiento,
logre interpretar y llegar a lo más profundo).
Aquí la
escultura al interior de una Iglesia en Zaragoza, representando la
Asunción de la Virgen, en la vista lateral se aprecia mejor la forma de
“cerebro” en la que se apoya la virgen. Nos da a entender aquello de la
“concepción virginal”, como lo es el pensamiento (un pensamiento no se
puede tocar): “He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le
pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros”, (Mateo
1:23).
El conocimiento siempre estará velado (así como lo está
el rostro de la novia cubierta con un velo), el trabajo de entendimiento
debe ser personal, de otra forma se obtendrían personas rumiando una y
otra vez palabras que no comprendería. La creación del concepto de
divinidad debe ser un acto de transformación íntimo e individual, es
lento, pero se va perfeccionando hasta el último día de nuestras vidas y
tomando forma como la greda en las manos del alfarero.
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