Qué son cien palabras, sino cien pasos adentrándose en el
pantanoso mar de la incertidumbre, un caminar a ninguna parte dando tumbos durante
la noche. Tercas mis palabras,
chapoteando por encontrar una respuesta. Mientras avanzan, la densidad aumenta,
se vuelve siniestra, el aire se ha tornado rígido, ellas ya no culebrean, cincelan.
Hacen lo posible por romper las piedras, se han perfeccionado para excavar adentro
de la caverna. Parecieran buscar oro, joyas y perlas. Y de qué me sirven los
tesoros, las brillantes respuestas, si al fulgor del rubí incrustado en mi
pecho le han cortado sus alas para volar.
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