En este, mi segundo año con huerta, he aprendido que "las verduras no son
crudas sino que son cocinadas a fuego lento". Lo aprendí al: tener
cuidado en guardar la semilla para la próxima temporada, al preparar la
tierra, al colocar la semilla en el momento adecuado, al tener que ir a
regar, a desmalezar, al protegerlas contra el frío y el viento, contra
el exceso de sol, las plagas y del gato… En fin, el trabajo externo no
se compara con lo que ocurre adentro: una tierra palpitante que bulle y
arde constantemente.
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