Estás despierta, en realidad crees estarlo, y de pronto te ves perfectamente separada en tres partes: la entidad que siente la “sensación” de sed, la entidad que ha decodificado la sensación intelectualizándola de manera “lógica” y la entidad “cuerpo” en la que aparentan confluir las anteriores, la que sufre por todas las cosas, la que debe ir por el agua.
Sí, con el pasar de los años la identificación, que parecía tan nítida, se va haciendo borrosa y a la vez tan clara.
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