Pedíase
un poema sin
explicación
para
alimentar la eternidad
al terminar
el día
quedó
enganchada la cortina
a un cuerno
de la luna
la noche entró
a embestidas
el toro azul
adentro de la habitación
le hizo hervir
la sangre
cual vino en
una cacerola al fuego
se elevó en
el éter transparente
todo era
volar
aprendió a
viajar entre los objetos
sin ser
vista
a que la vieran
desnuda
sin poderla
tocar
encontró igualmente
bellas
las gotas de
sangre derramadas
sobre el
piso
que las
estrellas desparramadas
allá arriba
en la vía láctea
reposaba diluida
en la nada
quiso que le
borraran los recuerdos
el toro le
fracturó el cráneo
la cubrieron
con la materia
más oscura
del universo
piel de
extrema suavidad
que ocultaba
las luces
de un desconocido
firmamento
mientras le advertían que
el tacto era cosa prohibida
mientras le advertían que
el tacto era cosa prohibida
cayó en un
sueño profundo
al despertar
encontró
un tajo en
la cortina
y la ventana
abierta
a orillas
del mar
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