¿Por qué sólo entendemos al espíritu cuando el cuerpo muere y no trabajamos
intensamente en nuestro desarrollo espiritual durante el transcurso de nuestras
vidas?.
Al comprendernos como espíritus encarnados, vemos la vida como un
aprendizaje, una etapa para adquirir conocimiento del entorno y de nuestra
propia evolución, logramos visualizar que la consciencia antes de ser humana,
fue piedra, planta y animal. En este proceso, vislumbraremos que en algún
momento ya no seremos seres humanos y encarnaremos (o tal vez sin vestidura) en
un ser más evolucionado, en una dimensión que nos es invisible o desconocida a
nuestros sentidos en estos momentos, tal como nosotros somos invisibles para
una flor.
Cuando se llega a tener un acercamiento profundo de nosotros mismos, se
apacigua todo conflicto externo, ya no existe el egoísmo, la envidia, ni los deseos,
la materia pasaría a segundo plano, a ser un complemento, pero en ningún caso
un fin.
En esta sintonía, si la humanidad tomase este enfoque, sería un gran
salto en la escala evolutiva como raza humana. Al desprendernos del
materialismo, comprenderíamos que nuestro cuerpo es un personaje que debemos
desarrollar y a la vez darle solución a sus conflictos internos, dominar a las
bestias que existen dentro de nosotros.
Esta sabiduría existió. A nuestro alcance hay vestigios de culturas
ancestrales, de los puntos más disímiles del planeta, que hablaban del mundo
invisible que nos gobierna y más aún, hay construcciones de tal majestuosidad
que son irreproducibles hoy en día por su complejidad y envergadura.
Sin duda, debió ocurrir un evento catastrófico donde todo ese
conocimiento se perdió. Sin ir más lejos, dentro de la cosmovisión de la
cultura Mapuche, tiene al kultrún como un elemento que representa al mundo
visible, material, el que nuestros sentidos perciben, y la otra mitad de la
esfera (la semi-esfera invisible) corresponde a aquella que nos gobierna, los
dioses invisibles. En las ceremonias la machi
ejecuta este instrumento y es la intermediaria entre el mundo visible con
el invisible. Todos sus ritos tienen un trasfondo religioso.
Sin duda, el desarrollo espiritual debe ser un aprendizaje gradual, que
acomode las ideas en orden ascendente en la complejidad de conceptos, que
requieren una gran abstracción mental y control de las emociones.
Este espíritu que somos, es el verdadero “ente” que debemos gobernar,
pues es “la materia” que da vida, es la que se ha separado de su fuente, la
Unidad que es Dios y hacia él nos dirigimos, y para ello es necesario el
continuo perfeccionamiento, el dominio del entendimiento espiritual.
Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero inclusive en esa frase podemos reflexionar sobre el tiempo y su inexistencia, pues en realidad SIEMPRE ES PRESENTE, y este cuestionamiento da pie a más reflexiones…pronto.
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