¿A qué maquiavélico sueño
nos tienen atados?,
¡han unido el amor al deseo
con oscuro candado!.
Pero más enmarañada
está la llave que le abre,
cuando se funden ambas verdades
la Muerte a la puerta entreabre.
Agonizando en su lúgubre cuarto
sacrifiqué al corazón mío,
azotado por gotas que al menor roce
con el alma caían salobres al vacío.
Se ha convertido en sal
el disfraz que me ocultaba,
descerrajado el siniestro candado,
este caminar descalzo comenzaba.
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