De todos los Universos posibles, ¡este!;
refugiada en un cálido cuarto oscuro,
acunada con un palpitante arrullo,
dormida bajo un cielo celeste.
En mi sueño, con túnicas rosadas
un Sol se derrumba en occidente,
sangra profusa su herida latente,
de naranjo pinta tierna su mirada.
Un instrumento de cuerda me despierta,
le escucho débilmente tras la puerta,
quien toca no sabe que soy su prisionera.
¡Ay, cuántos milenios en el calabozo
sumida en la inercia del reposo!
y con cada sonido tu espíritu se libera.
De entre todos los posibles, ¡este!...
ResponderEliminarSé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo
solo tú serás tú.
Pedro Salinas (La voz a ti debida)