miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Dónde crees que estás?

"Y la primavera me trajo la horrenda risa del idiota", A. Rimbaud 
“El mayor truco del diablo es convencernos de que no existe“, Baudelaire

La misma historia que se repite desde el inicio de los tiempos: una irracional atracción a lo opuesto, la tensión que se acumula en el cuerpo, un abrazo, un beso apasionado, el fuego en la piel y luego...la ceniza, el recuerdo que el viento del olvido barre sutilmente para dar paso al eterno vacío. Entonces, ¿qué perdura?, ¿qué me llevo?, ¿qué sentido tiene quemarse en cada respiración?.

Sí, en realidad siempre lo supe: el acrónimo de su nombre tenía esa macabra simetría que ahora no dejo de asociar al símbolo del taoísmo y su apellido se pegaba a su nombre en una rueda de pronunciación, un mantra sin fin. Estaba todo escrito.

El amor es de esas palabras ficticias para embrujar a los sin experiencia, para que vean colores donde jamás los hubo y pintarle sonrisas a las marionetas durante su sacrificio.

¡Ay, este autoconocimiento!, existen verdades irrefutables. La naturaleza humana está diseñada para que las almas perezcan en el purgatorio, aprisionadas en un ataúd de carne, ocultas bajo el velo de una pseudo-realidad creada por un gran mago ilusionista. Pues si pudieras acelerar el controlador del tiempo, verías a la humanidad como una llamarada flameante que se expande sin control; el reloj de manecillas doradas que atesoras en tu muñeca, no es más que una excusa para ver a los diablillos de fuego trabajar con vestidura humana.


"Reproducíos", dice el Señor (el atizador del fuego), deseo y pasión disfrazados de amor. ¿Qué saben los astros de la luz?, ¿un primitivo sistema que se alumbra con la fogata astro rey?. Al verdadero Creador no le das la espalda, le miras fijamente a los ojos, sin quemarte, en eterna paz.

Sí señores, los que entran al Infierno llegan  ll o r a n d o.

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