domingo, 15 de septiembre de 2013

La Gran Guerra

Nuevamente, por segunda noche, salió a enfrentarse contra sus enemigos; una lucha de sobrevivencia para unos, para otros mantener la ilusión un rato más.  Su equipamiento de combate era una linterna en la frente, protección contra el frío en la cabeza y los pies,  un grueso abrigo ceñido al cuerpo y un tridente como arma de asalto.  Abre la puerta de su casa y en tres pasos, con sus botas de siete leguas, ya se encontraba en el campo de batalla. Tenía una táctica algo inusual, mientras caminaba por aquel descampado oscuro como boca de lobo, encorvaba su cuerpo en ángulo recto y dejaba encendida su linterna. A vuelo de pájaro, observó el daño dejado por las hordas, seres verdes inmóviles habían sido devorados por fauces monstruosas y con la herida aún abierta, agonizaban en silencio. En una lenta barrida con el haz de la linterna, se deja ver el primer forajido acorazado, se acerca y en un ataque de furia, sabiendo la inefectividad de su arma, saca su garra, lo levanta del suelo y lo lanza adentro de un saco; continúa el rastreo y ahora se deja ver uno sin coraza, así que ocupa su tridente, lo remueve de la tierra y también es lanzado dentro del saco, y así de uno en uno caen los malhechores, se dejan atrapar sin resistencia, sin ruido, sabiéndose vencidos antes de cualquier contienda. La batalla termina cuando ya no se vislumbran más malandrines en el horizonte.

Y bueno, han de saber ustedes que hay caracoles con apetito de conejos y babosas tan constrictoras como las boas, si se les deja comer no habrá un ramo de violetas que sature el rostro de mi alma con su oleada de ilusión en cada nuevo amanecer.

"La Gran Guerra", Magritte

1 comentario:

  1. Bonita historia, semeja a un jardín depredado, tengo que agradecer tu visita por mi blog, el tuyo me encanto voy a seguir recorriendolo y también pondré el link como blog amigo para no perder tu pista, por lo pronto recibe mis parabienes por escribir tan bonito,....Saludos,....

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