(Prólogo: La Universidad de Concepción, Chile, se le conoce por su campanario, un obelisco con un reloj arriba: el “Campanil”. A la intemperie, y muy cercano a él, han puesto el esqueleto de una ballena…)
A diferencia de la mayoría de las
personas, que se alejan y miran para otro lado, el artista toma distancia para
observar su obra. El autor que dejó a la vista aquellas colosales costillas, se
está acercando con un ramillete de flores y vistosas plumas, pretende darle
colorido a su paliducha y raquítica escultura; le insuflará algo de aire
caliente, para que permanezca flotando plácidamente. Hoy en día, todos están
embelesados con su móvil, nadie mira la hora en el reloj del Campanil.
Entonces, aquel cetáceo suplirá aquella falta y les hará alzar, otra vez, la
vista hacia el cielo.
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