domingo, 18 de enero de 2015

La obra

En la antigüedad, para liberar un bloque de mármol de sus fragmentos defectuosos, éste se dejaba caer cerro abajo y, con la pieza resultante, el escultor trabajaba en su forma. Eso fue en una edad de piedra ya olvidada. Hoy en día, las personas caminan raudas por el centro de la ciudad, chocan entre ellas y no sienten el menor chasquido. A veces, desde una esquina interna de alguna de las galerías, una varita mágica inyecta armonía al aire, las moléculas se ordenan y dejan de colisionar. El ruidoso caos se silencia, se ha dado paso a la música de cuerdas.


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