La película es una invitación a navegar en el subconsciente
del espectador. Cual sesión de psicoanálisis se comienza cerrando su contacto con el exterior para observar su
mente, pero como siempre, aquí adentro está oscuro. Sin embargo, es posible
crear sus propias imágenes por medio de conceptos, los cuales crearán escenarios
según ascienda (o profundice) en su nivel de consciencia.
Como en una obra de teatro, se divide en cuatro actos o
niveles:
ACTO 1: Lo básico, aquello que conoce, que sabe de su propia
naturaleza, su parte animal. La lucha de las fieras peleando unas con otras,
sin saber el por qué. Las más feroces terminarán por devorar a las más ingenuas
y cándidas. Dos bandos, de la misma especie, luchando por territorio, por quien
debe gobernar. De pronto aparece un objeto fuera de contexto, extraño, una
piedra negra, poliédrica, perfectamente pulida, es grande y no pasa desapercibida,
sin embargo es un elemento al que no sabe cómo reaccionar. De pronto todo
cambia, pero Ud. sabe, que en el fondo, es lo mismo.
ACTO 2: Su pensamiento asciende a su nivel racional, Ud.
aquí se sabe que tiene control, conoce la capacidad de su inteligencia, que
puede construir máquinas. En este nivel se siente seguro, pero a la vez percibe
algo raro, la música otorga una sensación de letargo, un vals con perfume a
barbitúrico. Nuevamente la aparición del objeto extraño, en este nivel, tampoco
le es posible comprenderlo, simplemente aquí no encaja. Un zumbido, que no se oye
afuera sino adentro, da pie a que el director genere un intermedio, nuevamente
una pantalla negra que nos comanda a profundizar más en nuestra mente.
ACTO3: Hemos llegado a un punto en que la máquina que
dirigimos es nuestro mejor aliado, podemos confiar en ella, inmersos en la misma
nave, inseparables, todo es armonía. Una máquina que tiene nombre propio y se
comporta correctamente en sociedad. Sin embargo, llega un punto en que la
máquina se cree perfecta a todo, quiere ser el único que debe tener el control
y le impera deshacerse del piloto. Aquí la máquina se muestra como nuestro yo falso, el EGO,
de pronto Ud. se da cuenta que aquella máquina es tan parecida a Ud., está tan
bien construida, que se sorprende (esto me recuerda al mito de Pigmalión, que
anhela casarse con una mujer perfecta, no la encuentra y la esculpe, es imposible
que se desprenda de ella y ésta toma vida). Lentamente, la comienza a desactivar
por partes, lo acongoja todo ese proceso, sin embargo se ha dado cuenta que lo
único que lo puede salvar es matar a la máquina. Esta decisión lo descoloca se
siente en el aire, se ha separado de su confortable realidad y comienza un
viaje de autoobservación en primera persona, ha descendido a lo más profundo de
su subconsciente. Con esta escena Kubrick ganó su único Oscar:
ACTO 4: Ud. ahora está sólo en un cuarto, al mismo tiempo es
observador y observado, le es difícil hacer la distinción. De pronto siente que
le queda poco tiempo y aparece ese objeto extraño, que no había podido
comprender en sus niveles superficiales de consciencia. En este punto no le
queda otra alternativa que realizar la última decisión, aquella que tanto ha
esquivado: la aceptación, un toque a ese espejo oscuro, empañado con el hollín que Ud. mismo ha colocado, que le dará la
liberación, que no es otra cosa que su propio nacimiento: un nacimiento divino.
Kubrick con toques futuristas (lo que hoy en día realmente
está ocurriendo: ¿está Ud. todo el día tocando una pantalla negra y no ve nada?), ha realizado una película minimalista, íntima, simple y
simbólica, cuidando los espacios y colores, cosas relativamente fáciles de
analizar si los pone por un momento bajo la lupa.
¿Acaso Ud. no se ha sentido así cuando trata de
comprenderse, realizando un viaje sin sentido, perdido en el espacio?.
Sí, realizar un viaje para conocerse así mismo, es el único
viaje que merece la pena realizar y el único espacio que debe conquistar.
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