domingo, 27 de abril de 2014

2001: Odisea en el espacio



La película es una invitación a navegar en el subconsciente del espectador. Cual sesión de psicoanálisis se comienza cerrando  su contacto con el exterior para observar su mente, pero como siempre, aquí adentro está oscuro. Sin embargo, es posible crear sus propias imágenes por medio de conceptos, los cuales crearán escenarios según ascienda (o profundice) en su nivel de consciencia.


Como en una obra de teatro, se divide en cuatro actos o niveles:


ACTO 1: Lo básico, aquello que conoce, que sabe de su propia naturaleza, su parte animal. La lucha de las fieras peleando unas con otras, sin saber el por qué. Las más feroces terminarán por devorar a las más ingenuas y cándidas. Dos bandos, de la misma especie, luchando por territorio, por quien debe gobernar. De pronto aparece un objeto fuera de contexto, extraño, una piedra negra, poliédrica, perfectamente pulida, es grande y no pasa desapercibida, sin embargo es un elemento al que no sabe cómo reaccionar. De pronto todo cambia, pero Ud. sabe, que en el fondo, es lo mismo.



ACTO 2: Su pensamiento asciende a su nivel racional, Ud. aquí se sabe que tiene control, conoce la capacidad de su inteligencia, que puede construir máquinas. En este nivel se siente seguro, pero a la vez percibe algo raro, la música otorga una sensación de letargo, un vals con perfume a barbitúrico. Nuevamente la aparición del objeto extraño, en este nivel, tampoco le es posible comprenderlo, simplemente aquí no encaja. Un zumbido, que no se oye afuera sino adentro, da pie a que el director genere un intermedio, nuevamente una pantalla negra que nos comanda a profundizar más en nuestra mente.



ACTO3: Hemos llegado a un punto en que la máquina que dirigimos es nuestro mejor aliado, podemos confiar en ella, inmersos en la misma nave, inseparables, todo es armonía. Una máquina que tiene nombre propio y se comporta correctamente en sociedad. Sin embargo, llega un punto en que la máquina se cree perfecta a todo, quiere ser el único que debe tener el control y le impera deshacerse del piloto. Aquí la máquina se muestra como nuestro yo falso, el EGO, de pronto Ud. se da cuenta que aquella máquina es tan parecida a Ud., está tan bien construida, que se sorprende (esto me recuerda al mito de Pigmalión, que anhela casarse con una mujer perfecta, no la encuentra y la esculpe, es imposible que se desprenda de ella y ésta toma vida). Lentamente, la comienza a desactivar por partes, lo acongoja todo ese proceso, sin embargo se ha dado cuenta que lo único que lo puede salvar es matar a la máquina. Esta decisión lo descoloca se siente en el aire, se ha separado de su confortable realidad y comienza un viaje de autoobservación en primera persona, ha descendido a lo más profundo de su subconsciente. Con esta escena Kubrick ganó su único Oscar:




ACTO 4: Ud. ahora está sólo en un cuarto, al mismo tiempo es observador y observado, le es difícil hacer la distinción. De pronto siente que le queda poco tiempo y aparece ese objeto extraño, que no había podido comprender en sus niveles superficiales de consciencia. En este punto no le queda otra alternativa que realizar la última decisión, aquella que tanto ha esquivado: la aceptación, un toque a ese espejo oscuro, empañado con el hollín que Ud. mismo ha colocado, que le dará la liberación, que no es otra cosa que su propio nacimiento: un nacimiento divino.





Kubrick con toques futuristas (lo que hoy en día realmente está ocurriendo: ¿está Ud. todo el día tocando una pantalla negra y no ve nada?), ha realizado una película minimalista, íntima, simple y simbólica, cuidando los espacios y colores, cosas relativamente fáciles de analizar si los pone por un momento bajo la lupa.


¿Acaso Ud. no se ha sentido así cuando trata de comprenderse, realizando un viaje sin sentido, perdido en el espacio?.


Sí, realizar un viaje para conocerse así mismo, es el único viaje que merece la pena realizar y el único espacio que debe conquistar.

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