Desperté en medio de la noche, en medio de un sueño, pues el
sabor de veneno en mi lengua se iba derechito por la garganta: “me estoy
envenenando, me muero y estoy dormida, me tengo que despertar, no lo soporto!”
y al despertar se esfumó el sabor a muerte. Luego, en un eco de esos silenciosos
y reveladores, supe que en el fondo había tocado la misma fibra a la que se
llega cuando se bebe el elixir de la más pura miel…
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