miércoles, 9 de abril de 2014

Caníbal

Anochece como de costumbre
y en la oscuridad absoluta
de aquel cuarto sin ventanas,
la pupila en su instinto de subsistencia
se devora la inmensidad del abismo,
ha teñido de negro mis entrañas.
El otrora pestañeo no sirve para contar el tiempo,
se ha detenido el Todo en la Nada
y el espacio se reduce a un agujero negro
donde entro y salgo sin jamás cruzar el umbral,
agonizo ingrávida
despellejada por mi propia sombra.

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